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Las cenizas que alguna vez tocaron mi cuerpo de forma plebeya, no son más que olvidos en mis retinas.
Las malas rachas, las rodillas heridas y los codos pelados son solo el proverbio de cambios en lo cotidiano, son locuras pasadas de inocencias que no consumían mi mente con claridad.
Ahora, y de forma velos, viajo al interior de lo magnánimo para darme sentido al andar, para pisar con sentido la tierra y el aire a mi alrededor.
Leo los rasgos de mi vida con detenida puntualidad, cuerpo, mente, corazón y alma reflexionan para poder dar el siguiente paso a la claridad.
Los ojos juegan ajedrez con sus realidades mientras las manos se revuelcan el una firme tunda con el tacto.
Hasta que…
Los suspiros son con fuerza y claridad y ya ninguno de ellos son devastación, estos congelas el frío y absorben la maldad.
La risa nace espontáneamente quemando así vidas impregnadas en papeles añejos de valor mínimo, y por fin puede sentir que la vida no tiene ni pasado ni futuro si no solo el tan perdido presente en nuestros interior.
Las malas rachas, las rodillas heridas y los codos pelados son solo el proverbio de cambios en lo cotidiano, son locuras pasadas de inocencias que no consumían mi mente con claridad.
Ahora, y de forma velos, viajo al interior de lo magnánimo para darme sentido al andar, para pisar con sentido la tierra y el aire a mi alrededor.
Leo los rasgos de mi vida con detenida puntualidad, cuerpo, mente, corazón y alma reflexionan para poder dar el siguiente paso a la claridad.
Los ojos juegan ajedrez con sus realidades mientras las manos se revuelcan el una firme tunda con el tacto.
Hasta que…
Los suspiros son con fuerza y claridad y ya ninguno de ellos son devastación, estos congelas el frío y absorben la maldad.
La risa nace espontáneamente quemando así vidas impregnadas en papeles añejos de valor mínimo, y por fin puede sentir que la vida no tiene ni pasado ni futuro si no solo el tan perdido presente en nuestros interior.
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